MUESTRA DE MODELISMO
Diego Stapich/ Agrupación Aeronorte/ Miguel Alonso
DIEGO STAPICH
DIEGO STAPICH
Mi nombre es Diego Stapich, vivo en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, tengo 35 años, casado, con dos hijos, soy abogado (pero por suerte no me dedico a la profesión) y mi historia con Marklin y los trenes en miniatura comenzó hace poco más de tres años en oportunidad de comprar un set usado que constaba de una loco diesel 3064 (V60), algunos vagones de carga de dos ejes y algunos 4002 de pasajeros, junto con un ovalo en vías K, el cual armé una vez ya que vivía en una casa pequeña, al tiempo nos mudamos a una casa más grande y pude disponer de una habitación solo para "jugar" y a partir de ese momento comenzó a germinar mi pasión por los trenes analógicos y hoy poseo una enfermedad creo sin cura por la afamada Marka".
AERONORTE
Para entender la evolución del Aeromodelismo de Radiocontrol y como afectó a las Agrupaciones y Clubes de la zona deberíamos hacer una reseña de cómo sucedieron las cosas en estos últimos 30 años.
En los años 1960 al 1980 la industria electrónica había comenzado a producir aparatos de radiocontrol mas pequeños, con menos consumo eléctrico y a un precio mas accesible, es por ello que antes de estos años se practicaba el vuelo libre. Esta categoría de aeromodelismo, que aún se lleva a cabo con algunas adaptaciones hace que el modelo no tenga ninguna intervención del piloto en su vuelo, por lo que la trepada, planeo y aterrizaje son totalmente LIBRE.
El vuelo libre necesita amplios espacios para su práctica dado que recuperar el modelo puede hacer necesario recorrer a veces cientos de metros.
Otra categoría muy de la época y quizás de las primeras que existieron en el aeromodelismo es el llamado U Control o Vuelo Circular, donde en los extremos de una línea está el piloto y en el otro el modelo. Si bien el espacio de vuelo es muy limitado, al igual que las maniobras, se produjo un interesante desarrollo donde la competencia era parte de la atracción. En Rosario en los años 80/90 había una pista en el Parque Independencia, donde se había preparado el lugar para tener las medidas de seguridad necesarias.
Por los años 90 un grupo de aeromodelistas comenzaron a frecuentar un lugar que cumplía con varios requisitos para desarrollar la actividad: estaba lejos de lugares habitados, había suficiente espacio y quedaba cómodo para los participantes. Estaba en las inmediaciones del Autodromo J M Fangio. El punto más interesante era tener un lugar común para compartir en camaradería la afición.
Allí concurrían, Juan Maggi, Eduardo Buquet, Adolfo Leo, Hugo Fleites, Gustavo Bidermann, Daniel Martinez, Jesus Cejas, Oscar Bertoglio, Trujillo, Cruzco, Valdemarin, Lito Telesca entre otros nombres celebres de la época. Se reunían en una sede de la calle Tucumán al 1900 algunos días de la semana. Ese lugar era conocido como CAR (Club Aeromodelista Rosario) y permitían el uso de la sede.
En ese predio llegaron a volar gente de distintos puntos del país en Jornadas Nacionales de F3A, donde tenemos fotografías de haber ido el mismo Quique Somenzini, referente internacional del Aeromodelismo Argentino
Despues de pasar por varias ubicaciones el Club de Aeromodelistas “Aeronorte”, gracias al Municipio de Funes pasara a radicarse en la ciudad cambiando su nombre a Club de Modelismo “Aeronorte” y anexando a sus actividades radiocontroladas Automodelismo y Modelismo Naval (a futuro).
MIGUEL ALONSO
Para entender la evolución del Aeromodelismo de Radiocontrol y como afectó a las Agrupaciones y Clubes de la zona deberíamos hacer una reseña de cómo sucedieron las cosas en estos últimos 30 años.
En los años 1960 al 1980 la industria electrónica había comenzado a producir aparatos de radiocontrol mas pequeños, con menos consumo eléctrico y a un precio mas accesible, es por ello que antes de estos años se practicaba el vuelo libre. Esta categoría de aeromodelismo, que aún se lleva a cabo con algunas adaptaciones hace que el modelo no tenga ninguna intervención del piloto en su vuelo, por lo que la trepada, planeo y aterrizaje son totalmente LIBRE.
El vuelo libre necesita amplios espacios para su práctica dado que recuperar el modelo puede hacer necesario recorrer a veces cientos de metros.
Otra categoría muy de la época y quizás de las primeras que existieron en el aeromodelismo es el llamado U Control o Vuelo Circular, donde en los extremos de una línea está el piloto y en el otro el modelo. Si bien el espacio de vuelo es muy limitado, al igual que las maniobras, se produjo un interesante desarrollo donde la competencia era parte de la atracción. En Rosario en los años 80/90 había una pista en el Parque Independencia, donde se había preparado el lugar para tener las medidas de seguridad necesarias.
Por los años 90 un grupo de aeromodelistas comenzaron a frecuentar un lugar que cumplía con varios requisitos para desarrollar la actividad: estaba lejos de lugares habitados, había suficiente espacio y quedaba cómodo para los participantes. Estaba en las inmediaciones del Autodromo J M Fangio. El punto más interesante era tener un lugar común para compartir en camaradería la afición.
Allí concurrían, Juan Maggi, Eduardo Buquet, Adolfo Leo, Hugo Fleites, Gustavo Bidermann, Daniel Martinez, Jesus Cejas, Oscar Bertoglio, Trujillo, Cruzco, Valdemarin, Lito Telesca entre otros nombres celebres de la época. Se reunían en una sede de la calle Tucumán al 1900 algunos días de la semana. Ese lugar era conocido como CAR (Club Aeromodelista Rosario) y permitían el uso de la sede.
En ese predio llegaron a volar gente de distintos puntos del país en Jornadas Nacionales de F3A, donde tenemos fotografías de haber ido el mismo Quique Somenzini, referente internacional del Aeromodelismo Argentino
Despues de pasar por varias ubicaciones el Club de Aeromodelistas “Aeronorte”, gracias al Municipio de Funes pasara a radicarse en la ciudad cambiando su nombre a Club de Modelismo “Aeronorte” y anexando a sus actividades radiocontroladas Automodelismo y Modelismo Naval (a futuro).
MIGUEL ALONSO
Soy Miguel Oscar Alonso, modelista naval. Nací en Villa María (Córdoba) el 29 de septiembre de 1952 y viví en distintas ciudades: Paraná, Rosario y actualmente resido en San Carlos Centro (Pcia. Santa Fe), donde me gano la vida como electricista.
En el 2007 inicio la travesía por esta noble actividad, siendo mi esposa y mis tres hijos el viento de popa que mantiene henchidas las velas.
Muchos me preguntan por mi experiencia naval y tengo dos respuestas:
una, bañada de realidad, que es la de ir a pescar de vez en cuando a un río cercano en una lanchita de 4,50 m. de eslora provista de un motor de 30 H. P. y la otra, que considero más elegante, que es la de afirmar que en mi niñez fui grumete de Sandokán, en mi adolescencia formé parte de la tripulación de los barcos que llevaron a los miembros de la Familia Ballantyne en sus aventuras por África y que tan bien describiera Wilbur Smith, estuve a bordo del Perla Negra, pelee junto a nuestro primer Almirante en la batalla de Montevideo, vi los hielos antárticos junto a Juan José Sobral, sobreviví al naufragio del Titanic, desembarqué en Normandía …
Estas imágenes, que ahora se llamarían virtuales, fueron y son mi sana fantasía que renacen cuando visito el Museo de Trenes en Miniatura “Trenshow” de La Falda (Córdoba), y al ver unas maquetas de embarcaciones, allí exhibidas, siento el impulso de comenzar con este milenario hobby.
Cuando acuerdo me siento atrapado absolutamente en el mismo…
De tan dispares experiencias es natural que los modelos realizados sean de tan dispares épocas y lugares.
En el momento de elegir el modelo, Uno lo está abordando, se hace tripulante y pone en juego sus saberes sin darse cuenta que empieza la verdadera investigación que cobra vida en el hacer de cada pieza, de cada nudo, de cada ancla, en el respeto a la hora de elegir los materiales.
Mientras el modelista se pregunta, el artesano se esfuerza para lograr ese “toque personal” que permite saborear la obra. Así, quien mire un modelo se sienta pisando la cubierta, levando anclas, izando velas, maniobrando el timón. Esta conjunción convierte en mezquina a la palabra “réplica”.
En todo caso, el modelo terminado es un testimonio de una época, de una situación geográfica e histórica, y subyace en él un proceso de construcción y un cúmulo de materiales que para el ojo entrenado saltan a la vista y el modelista tiene el compromiso ético de transmitir a los otros, toda esa experiencia como forma de reproducirla.
Es ese compromiso el que me lleva a usar las nuevas tecnologías para tener un profuso intercambio con colegas de todo el mundo.
Quiero agradecer a este prestigioso Museo Ferroviario Juan Murray por dejar atracar mi flota en su muelle y espero, a cambio, dejar en alguno de sus visitantes una pequeña semilla que germine y enraíce".
En el 2007 inicio la travesía por esta noble actividad, siendo mi esposa y mis tres hijos el viento de popa que mantiene henchidas las velas.
Muchos me preguntan por mi experiencia naval y tengo dos respuestas:
una, bañada de realidad, que es la de ir a pescar de vez en cuando a un río cercano en una lanchita de 4,50 m. de eslora provista de un motor de 30 H. P. y la otra, que considero más elegante, que es la de afirmar que en mi niñez fui grumete de Sandokán, en mi adolescencia formé parte de la tripulación de los barcos que llevaron a los miembros de la Familia Ballantyne en sus aventuras por África y que tan bien describiera Wilbur Smith, estuve a bordo del Perla Negra, pelee junto a nuestro primer Almirante en la batalla de Montevideo, vi los hielos antárticos junto a Juan José Sobral, sobreviví al naufragio del Titanic, desembarqué en Normandía …
Estas imágenes, que ahora se llamarían virtuales, fueron y son mi sana fantasía que renacen cuando visito el Museo de Trenes en Miniatura “Trenshow” de La Falda (Córdoba), y al ver unas maquetas de embarcaciones, allí exhibidas, siento el impulso de comenzar con este milenario hobby.
Cuando acuerdo me siento atrapado absolutamente en el mismo…
De tan dispares experiencias es natural que los modelos realizados sean de tan dispares épocas y lugares.
En el momento de elegir el modelo, Uno lo está abordando, se hace tripulante y pone en juego sus saberes sin darse cuenta que empieza la verdadera investigación que cobra vida en el hacer de cada pieza, de cada nudo, de cada ancla, en el respeto a la hora de elegir los materiales.
Mientras el modelista se pregunta, el artesano se esfuerza para lograr ese “toque personal” que permite saborear la obra. Así, quien mire un modelo se sienta pisando la cubierta, levando anclas, izando velas, maniobrando el timón. Esta conjunción convierte en mezquina a la palabra “réplica”.
En todo caso, el modelo terminado es un testimonio de una época, de una situación geográfica e histórica, y subyace en él un proceso de construcción y un cúmulo de materiales que para el ojo entrenado saltan a la vista y el modelista tiene el compromiso ético de transmitir a los otros, toda esa experiencia como forma de reproducirla.
Es ese compromiso el que me lleva a usar las nuevas tecnologías para tener un profuso intercambio con colegas de todo el mundo.
Quiero agradecer a este prestigioso Museo Ferroviario Juan Murray por dejar atracar mi flota en su muelle y espero, a cambio, dejar en alguno de sus visitantes una pequeña semilla que germine y enraíce".
Miguel Alonso