10 AÑOS MUSEO MURRAY
“Yo lo amo a este pueblo”, dice Julio, inquebrantable. No escatima y agrega: “Podría pasar horas caminandolo”. Dice pueblo y no ciudad. Reniega en adaptarse a la nueva calificación y pelea, tozudo, a quien lo contradice. Pero desborda de pasión al rememorar la historia de ese Funes, la huella que antecedió a la transformación desaforada. Tiene un leve rasgo separatista, pero le sobra argumento. Y Funes sigue siendo para él el doctor Faust, la peluquería Maurandi, Aljanati, la farmacia Pascual, la Comuna. Para él, y para muchos. Porque no es nostálgico el recuerdo, es identitario.
Ese pueblo que él añora vuelve hoy al Murray. No para lamentarlo, sino para atesorarlo, para vivirlo. Reconstruir la historia de un pueblo merece un método, un minucioso estudio e investigación. Pero requiere casi en dosis idénticas una parva de historias. Un libro de anécdotas que nos emparente con el presente.
¿Y cómo se emparenta uno con ese pasado que resulta tan lejano como irreconocible? ¿Cómo se amiga este Julio del desarrollo con el Julito que salía a la calle y pateaba pelotas deshilachadas? Con memoria. Solo con eso.
Esa es la apuesta de esta muestra. Celebrar los diez años del necesario Museo Murray y fomentar la práctica del memorizar. Compartir los recuerdos guardados, fue el puntapié del grupo que pensó esta idea.
Nos preguntamos, y los invitamos a practicar el ejercicio, cómo Funes vivenció los avatares de la época, del país y el mundo. Los memoriosos cuentan que sonaron las campanas en el pueblo el día que finalizó la segunda guerra mundial. Los memoriosos rememoran el ir y venir incesante de los pasajeros cuando este museo era estación ferroviaria. Tampoco olvidan, más acá en el tiempo, los bailes frenéticos que se repetían en los clubes. Los memoriosos no dudan al recordar que cazaban patos en los alrededores del hoy Country Club.
Son apenas cuatro destellos de la historia grande que forjó a la ciudad de Funes. Unas grageas, nada más. Una parte que permite desmenuzar el todo. Pero ahí, sin lugar a dudas, está la clave que se planteó este museo. El Murray se propuso contar historias del pueblo para retratarse y reconocerse en la ciudad actual. Identificarse para finalmente aprehender. Una suerte de invitación a verse reflejado en todos los relatos que aquí se descubrieron. Bienvenidos.
Pablo Fornero